Concierto para piano nº 1 / Sinfonía nº 4, J. Brahms

Dos maravillosas piezas de música compuestas por Johannes Brahms, el Concierto para piano nº 1 en re menor, Op. 15 y la Sinfonía nº 4 en mi menor, Op. 98, protagonizan una serie de conciertos en el Teatro Filarmónico, un magnífico auditorio de Verona. Este teatro del siglo XVIII es ampliamente utilizado para conciertos de música de las épocas clásica y romántica, como estas representaciones cuyo programa está compuesto exclusivamente por obras del gran maestro alemán. Los espectadores vivirán un viaje emocional a través de la música de Brahms en un marco excepcional, en el corazón de la ciudad del amor, como suele denominarse a Verona.
Los conciertos comienzan con una interpretación del Concierto para piano nº 1, el cual Brahms compuso cuando era joven. El estreno tuvo lugar en enero de 1859, con el compositor en persona al piano, instrumento para el que poseía un talento extraordinario. El primer movimiento adopta la forma de una sonata en re menor y es interpretado de forma relativamente majestuosa. El segundo movimiento pasa a re mayor y destaca por el importante uso que el compositor hace de los fagotes en la orquestación. El concierto se termina con un rondó, un final que comienza en re menor antes de cambiar sutilmente a re mayor. Una magnífica coda señala el final del concierto, que recoge todas las ideas musicales que Brahms incluyó en su obra con gran elegancia.
La Sinfonía nº 4 es de más tarde en la carrera de Brahms. El propio compositor dirigió la orquesta en el estreno de su sinfonía, que tuvo lugar en octubre de 1885 en la ciudad alemana de Meiningen. El primer movimiento comienza en mi menor, pero rara vez se mantiene mucho tiempo en esta tonalidad. Lo mismo puede decirse del segundo movimiento. Pasando con frecuencia de mi mayor a si mayor, utiliza también escalas modales. Debido a que muchas de las frases melódicas más largas de la sinfonía fluctúan de manera apremiante, la música traiciona cierta belleza lírica, sugiriendo, quizás, que Brahms realmente tenía algo que decir. Si nos fijamos en las referencias del cuarto movimiento a Johann Sebastian Bach, y en concreto a su Cantata nº 150, es posible que Brahms quisiera decir algo sobre la música en sí. Al fin y al cabo, el gran compositor era conocido por ser un ferviente estudioso de la historia de la música, una pasión expresada claramente en esta compleja obra sinfónica.
Gracias a la excepcional acústica del lugar y a las inusuales cualidades de las dos piezas del programa, los asistentes se verán deleitados por un evento musical grandioso.