Otelo, Ópera de G. Verdi
Cuando en 1879 se presentó la ocasión de transformar en ópera Othello (Otelo en español), la tragedia clásica de William Shakespeare, Giuseppe Verdi llevaba ocho años sin componer ópera y estaba, por así decirlo, retirado. Afortunadamente, el amor del maestro por el Bardo rápidamente se impuso y le inspiró otra obra maestra de la ópera, Otello (según tu título original en italiano), que el público podrá admirar esta temporada en el Gran Teatro La Fenice de Venecia.
Tras el formidable éxito de Aida en 1871, Giulio Ricordi, el editor de Verdi, propuso al compositor llevar a la escena operística la tragedia shakesperiana de Otelo. El poeta y compositor Arrigo Boito ya estaba involucrado en el proyecto y le proporcionó el libreto. Impulsado por su admiración de toda la vida por Shakespeare, Verdi acabó aceptando.
El nacimiento de la ópera Otelo, sin embargo, no fue fácil ni de manera tranquila. Boito y Ricordi se vieron teniendo que alentar y animar continuamente a Verdi para que éste completara la partitura, mientras que el maestro dudaba a menudo de su capacidad para hacer justicia al drama original. En 1886, la música estaba terminada y el 5 de febrero de 1887 Otelo fue estrenado en La Scala de Milán. La respuesta de la crítica y del público en general fue de rotunda admiración.
En Otelo, Verdi muestra su completo dominio de los recursos dramáticos operísticos que suscitan emociones. Su orquestación es una de las más complejas del maestro y se ajusta con precisión a la acción escénica para ofrecer una representación en la que la música y el teatro se fusionan perfectamente. A los ojos de muchos, Otelo es el cenit creativo y dramático de Verdi.
Otelo, el personaje titular, sigue siendo uno de los papeles más fieros y severos jamás escritos por el maestro. Sólo vemos su lado más amable en su dúo de amor con Desdémona. En todos los demás casos, es tan duro y frío como una piedra, y el rol lleva a cualquier tenor dramático al límite de sus capacidades y de su resistencia. Desdémona, por su parte, figura entre las heroínas más afables de Verdi, aunque eso no la priva de melodías memorables.
El papel de Iago como gran manipulador y narrador no oficial se vio tan enriquecido que Boito y Verdi consideraron titular la ópera Iago en lugar de Otelo. A pesar de que no cuenta con grandes solos, el barítono que interpreta dicho papel tiene muchas oportunidades de mostrar su talento dramático y de conducir la trama hasta su trágico final. ¡Una adaptación operística que enorgullecería al propio Bardo!