Madama Butterfly, Ópera de G. Puccini

Siempre atraído por las heroínas trágicas, Giacomo Puccini se enamoró de la obra teatral Madame Butterfly de David Belasco cuando asistió a su representación en Londres en 1900, a pesar de que no hablaba inglés. Seducido por la intensa emoción de la historia de amor entre una japonesa y un oficial de la marina americana, reunió a su equipo favorito de libretistas, Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, y se puso a trabajar. Fiel a su principio de realismo operístico, Puccini incluyó motivos musicales japoneses y americanos en su partitura; Illica incluso viajó a Japón para recoger impresiones e ideas para el decorado.
El estreno en La Scala de Milán el 17 de febrero de 1904 fue, sin embargo, un fracaso impresionante, que Puccini sospechó había sido orquestado, al menos en parte, por sus rivales. Sin sentir vergüenza de volver al punto de partida, el compositor reeditó Madama Butterfly y su segundo estreno, en Brescia el 28 de mayo de 1904, obtuvo el merecido éxito. Durante los años siguientes el maestro continuó haciendo pequeñas modificaciones a su obra, de la cual el público del Festival Puccini tendrá el placer de presenciar la última versión en Torre del Lago este verano.
Madama Butterfly cuenta la historia de Cio-Cio-San, una mujer japonesa, y su desafortunado matrimonio con el teniente Pinkerton, un oficial de la marina estadounidense. Mientras ella está ingenua y sinceramente enamorada de él, éste la trata como a una más de sus exóticas conquistas: ella es su bella mariposa que él desea capturar, aunque esto signifique romperle las alas. Como es de esperar, Pinkerton se aburre de Cio-Cio-San y la abandona con el corazón roto y embarazada. Pasan tres años, durante los cuales la joven espera el regreso del americano, a quien todavía ama. Pero no está preparada para lo que va a suceder: su amado regresa con una esposa americana y quiere llevarse a su hijo. Destruida, Cio-Cio-San se da cuenta de que su amor se ha ido para siempre y se quita la vida.
La partitura de Madama Butterfly es una de las más evocadoras de Puccini gracias a su profundo estudio de la música folclórica japonesa y a la incorporación de melodías populares americanas para caracterizar a Pinkerton y a sus compatriotas. Sin embargo, el verdadero punto culminante del espectáculo es el nostálgico Un bel di vedremo de Cio-Cio-San, aria verdaderamente atemporal y desgarradora que demuestra la maestría suprema de la melodía y la emoción de Puccini.