Réquiem de Mozart

La vida de Wolfgang Amadeus Mozart se vio interrumpida por la mala salud, el estrés y el agotamiento crónico en el invierno de 1791. Su repentino fallecimiento siguió al exitoso estreno de su ópera cómica La flauta mágica, si bien mientras dicha obra fantástica iba ganando audiencia, el compositor austriaco empezaba a trabajar ya en otro proyecto: un réquiem que nunca terminaría. A principios de 1792, su alumno Franz Xaver Süssmayr completó oficialmente la partitura, la cual, desde entonces, está considerada como una de las composiciones más impresionantes de Mozart. El Réquiem de Mozart es interpretado ahora en la iglesia All Saints Church de Roma, un lugar perfecto para esta obra sacra.
Debido a las trágicas circunstancias que rodearon su creación, el Réquiem (K. 626) está envuelto en misterio. Se rumorea que un desconocido anónimo enmascarado habría encargado la obra a Mozart en una noche fría y lluviosa, y algunos creen que el compositor, ya gravemente enfermo, habría estado convencido de que estaba escribiendo la música para su propio funeral. La realidad es mucho más sencilla: el conde Franz von Walsegg encargó la obra para acompañar un servicio en memoria de su difunta esposa, sin máscaras ni engaños. Lo único sobrenatural del Réquiem es la espectacular música de Mozart que realmente parece abrir una puerta entre los dos mundos.
El Réquiem está escrito en la solemne clave de re menor y sigue una estructura clásica en varias partes. En el momento de su muerte, Mozart tenía menos de la mitad de la partitura en su forma final o casi final, con borradores detallados de algunas de las partes restantes. La interpretación en la All Saints Church de Roma presenta la partitura completa de Mozart-Süssmayr. La Orchestra Filarmonica d'Opera di Roma, el Coro Polifonico, y talentosos solistas tenor, soprano, contralto y bajo prometen una experiencia musical cautivadora.