Madama Butterfly, Ópera de G. Puccini
Cio-Cio-San, la bella y trágica heroína de Madama Butterfly, encarna el talento característico de Giacomo Puccini para poner música a historias de personajes femeninos que sufren por amor. Obsesionado por contar su historia lo mejor posible y por dotarla de algunas de sus melodías más magníficas, el maestro trabajó frenéticamente en la partitura hasta el estreno de la ópera. El 17 de febrero de 1904 en el Teatro alla Scala, su primera representación, poco ensayada, estuvo lejos de ser un éxito. Sin embargo, el 28 de mayo de ese mismo año en Brescia, una Madama Butterfly revisada y mejor preparada obtuvo grandes ovaciones y elogios. Esta temporada, el Teatro Costanzi de Roma lleva a su escenario una fiel reposición de este entrañable clásico.
Puccini asistió a una representación de la obra de teatro Madame Butterfly: Una tragedia japonesa de David Belasco, en Londres en 1900, e inmediatamente sintió que quería convertir esa historia melodramática en una ópera. El libreto italiano fue escrito por Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, frecuentes colaboradores del maestro. Puccini recurrió a la música folclórica de Extremo Oriente y de Norteamérica al escribir su partitura, utilizando motivos y estilos étnicos reconocibles para los personajes japoneses y americanos. Si bien cuenta con excelentes interludios y con el célebre Coro a boca cerrada, la tarjeta de presentación de Madama Butterfly es Un bel dì, vedremo, la melancólica aria de la heroína. ¡Mantengan los oídos bien abiertos para no perdérsela!
“Cho-cho” es una palabra japonesa que significa “mariposa” (o “butterfly” en inglés), la cual da el título a la ópera. La protagonista, Cio-Cio-San, es una japonesa locamente enamorada del teniente de la marina estadounidense Pinkerton. Poco después de casarse y consumar su unión, él regresa a América, dejándola sola y, según se descubre más tarde, embarazada. Su comportamiento indica que él nunca se tomó en serio su matrimonio. Pasan años sin saber nada de él, pero Cio-Cio-San sigue siendo fiel y optimista, y espera el día de su regreso. Ese día termina llegando, pero el Pinkerton que aparece en la puerta de Cio-Cio-San no es el de sus recuerdos ni el de sus sueños. Un final trágico y cautivador dejará sin aliento al público del Teatro dell'Opera di Roma.