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    Las cuatro estaciones de Vivaldi

    Las cuatro estaciones de Vivaldi

    La inimitable atmósfera de la bella Nápoles les ofrece la oportunidad de sumergirse realmente en la obra más importante de Antonio Vivaldi. Es, probablemente, el compositor más emblemático del barroco italiano, y el concierto “Las cuatro estaciones de Vivaldi” demuestra por qué. Antes de adentrarnos en su legendaria serie de cuatro partes que da título a la representación, el programa presenta tres de sus otros destacados concertos. Así, este concierto destaca de manera espléndida la creatividad y la polivalencia de Vivaldi y hace que la velada sea inolvidable.

    “Las cuatro estaciones de Vivaldi” se divide en dos partes con un breve intermedio. La primera parte comienza con el Concierto para cuerdas y bajo continuo en la mayor F XI nº4, una obra alegre que prepara el escenario para un momento dinámico y emocionante. Le sigue el Concierto para cuerdas en sol mayor, RV 151, comúnmente conocido como “Concerto alla rustica”, que habría sido compuesto en la década de 1720, es decir, aproximadamente en el mismo periodo que el célebre ciclo de Las cuatro estaciones. A diferencia de la mayoría de las obras instrumentales de Vivaldi, el “Concerto alla rustica” no cuenta con ningún solista ni presenta descripción alguna que guíe la interpretación del público. En su lugar, la obra deja que las cuerdas y el bajo continuo brillen de principio a fin. El Concierto para cuerdas en re menor, RV 127 cierra la primera parte del programa con una nota solemne antes del breve descanso.

    La segunda parte de la representación está íntegramente dedicada a Las cuatro estaciones. Vivaldi compuso esta serie de cuatro conciertos para violín hacia 1720. Parece ser que el compositor se habría inspirado en la exuberante campiña italiana durante sus numerosas excursiones y escapadas a la naturaleza. Estos concertos siguen siendo inigualables a día de hoy en términos de creatividad e invención musicales. Además, cada uno de ellos va acompañado de un soneto explicativo, probablemente escrito también por el propio compositor. Con los instrumentos de cuerda a su disposición, Vivaldi consiguió imitar multitud de sonidos naturales, como el canto de numerosas especies de pájaros, el ladrido de los perros, el balido de las ovejas, el murmullo de los manantiales de montaña, la furia de las tormentas de verano, el aullido de los temporales invernales y muchos más. Escuchar el genio de Las cuatro estaciones interpretado en directo en Nápoles es una ocasión memorable que no hay que dejar pasar.